Padre bueno y el buen Padre

Padres buenos hay muchos;

buenos padres, hay pocos.

No es difícil ser un padre bueno

en cambio, no hay nada más difícil

que ser un buen padre.

Un corazón blando basta para ser un padre bueno

pero la voluntad más firme

y la cabeza más clara

son todavía poco para hacer un buen padre.

El buen padre dice Sí cuando es Sí y No cuando es No...

El padre bueno sólo sabe decir sí...

El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios

que acaba en un pequeño demonio...

El buen padre no hace ídolos...

vive la presencia del Único Dios.

El padre bueno encoge la imaginación del hijo

con juguetes del bazar,

el buen padre echa a volar la fantasía del hijo

dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas...

El padre bueno ayuda la voluntad del hijo

ahorrándole esfuerzos y responsabilidades...

el buen padre templa el carácter de su hijo

llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.

Y así, el padre bueno llega a viejo

decepcionado y tardíamente arrepentido...

mientras que el buen padre crece en años respetado,

querido y es, a la larga, comprendido.

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